SOLUCIÓN

 
  Era tener a mano la oportunidad de mezclarse con ellos en algún festival o, de vez en cuando, en un partido de basquetbol, y ser así una especie de vampiro que se mantiene joven a fuerza de frotarse contra las otras juventudes. Además el puesto no tenía las complicaciones de la labor académica, que por entonces ya parecía un mal sueño, remoto y desleído, en comparación con la tranquilidad de la oficina; sin olvidar los obsequios de los alumnos que se congraciaban para solicitar un cambio de grupo o un examen extemporáneo. Muy rara vez se ponían las cosas feas por allí, como el caso aquel del profesor Mendizábal, a quien tuvieron que expulsar el día en que lo sorprendieron en el desván con una de sus alumnas... De cualquier manera, aquellas eran las excepciones, penosas, que por fortuna no eran frecuentes.

     

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