Solución:
Si la contradicción es el pulmón de la historia, la paradoja ha de ser, se me ocurre, el espejo que la historia usa para tomarnos el
pelo.
Ni el propio hijo de Dios se salvó de la paradoja. Él eligió para nacer un paisaje subtropical donde casi nunca nieva, pero la nieve se convirtió
en un símbolo universal de la Navidad desde que Europa decidió europear a Jesús. Y para más
INRI, el nacimiento de Jesús es, hoy por hoy, el negocio que más dinero da a los mercaderes que Jesús había expulsado
del templo.
Bonaparte, el más francés de los franceses, no era francés; Hitler, el más
alemán de los alemanes, era austriaco; el Ché Guevara había
sido declarado completamente inepto para la vida militar por
el ejército argentino. En el encierro de una cárcel fue concebido don Quijote, el más
andante de los caballeros. Y para colmo de paradojas, don Quijote nunca dijo su frase más célebre: "ladran, Sancho,
señal es
de que cabalgamos".