SOLUCIÓN

 
  Sobre la plancha de granito, que llegó a conocer de memoria, pintó aquella acuarela del hombre junto al buzón; cientos de marinas (porque a pesar de su urbanidad vivía enamorada de los inmensos espacios de la naturaleza) y tantas otras malvendidas para ir pagando la renta del cuartito de azotea y el sinfín de gastos menores que resultaban ser los mayores que hiciera en su vida.

Le dolió desprenderse del mueble el día que llamó su padre a la puerta y le dijo: "Mira m’hija, el templo acaba de terminar una ampliación para las viviendas de los misioneros, para que los hermanitos estén más cómodos, ¿ves? y yo quise contribuir con los muebles de cocina, necesito que me devuelvas las piezas que te presté ¿te acuerdas cuales digo? Esas que sacaste del ático hace mucho; tu entiendes que en estos tiempos no puedo darme el lujo de comprar otro mueble y no puedo quedarles mal".