La concordancia es la conformidad de accidentes gramaticales, la lógica
entre los distintos elementos que debe regir para que un texto pueda interpretarse adecuadamente.
El sujeto y el predicado deben concordar en número y persona.
Como recordarás el número es el accidente gramatical que clasifica
a los seres de acuerdo a la cantidad (uno o varios), y que se llama singular si se trata de un solo ser y plural
si se trata de dos o más.
La persona es el pronombre que se puede asignar a cada verbo conjugado.
En términos generales cualquier
oración
puede servir como ejemplo para estudiar esto:
Vemos que hay un sujeto: Ármand, un nombre propio singular y del que se
habla, es una tercera persona.
Así mismo hay un verbo: " ser " conjugado en el singular de la tercera persona (él es).
Finalmente tenemos aquí un predicado nominal, un
vampiro, que corresponde también al singular de la tercera persona.
Verás que es evidente que si alteramos esta construcción el sentido
no será claro y la calidad de nuestra redacción bajará, por ejemplo si decimos:
Nos damos cuenta de inmediato que hay una falta de concordancia de número
entre el sujeto y el predicado que son singulares, y el verbo que está conjugado en plural. Lo mismo ocurriría
si dijéramos:
Sólo que en esta ocasión la falta de concordancia no está
en el verbo sino en el complemento nominal.
Peor aún es cuando cometemos una falta de concordancia de persona en la
conjugación del verbo, mira qué pasaría si dijéramos:
Resultaría que podríamos suponer o que yo soy Ármand, o
igual de malo, que falta una coma para convertir a Ármand en vocativo
(ver uso de la coma) y que le estoy hablando a él para decirle que soy un vampiro. La verdad es que no lo
soy, al menos hasta donde yo entiendo, es Ármand el vampiro, no yo, pero un descuido puede tener consecuencias
tan graves como ésta y, te lo aseguro, debes tener cuidado con este particular a menos que quieras amanecer
un día con una estaca en el corazón.
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